viernes, 22 de enero de 2010

Últimos instantes


Un día cualquiera Él nació, no existía nada mas que Él y sus pensamientos. Él no tenía familia ni amigos, porque donde Él estaba solo cabía Él. Él se preguntaba muchas cosas: de donde era...quien era... En ocasiones en su mente aparecían siluetas de gente que no conocía pero que si parecía haberlas visto en algún lugar. Una vez apareció una mujer de unos 30 años, de pelo largo y moreno cayendo sobre sus hombros, era mas bien delicada, con ojos marrones cálidos que le daban a Él un aspecto muy familiar. Si la conocía no pudo saberlo, tuvo su nombre y su recuerdo a la punta de la lengua, pero en apenas un instante la mujer desapareció y Él no recordó nada, volvió a su mundo propio y infinito donde solo estaba Él. La mujer volvió a aparecer un tiempo después, esta vez acompañado de un niño de unos 7 años y una niña de 5, se parecían increíblemente a la mujer. El niño levantó la mirada y miró fijamente a Él. Él lo vio, vio los ojos castaños del niño como los ojos de Él, sus ojos... Al instante Él lo recordó todo, recordó quien era...y recordó también a su mujer y a sus dos hijos. La mujer comenzó a llorar mientras los niños permanecían cabizbajos. La imagen de los tres comenzó a difuminarse, a diluirse en la total oscuridad. Él corrió, pero cada paso no acortaba la distancia entre ellos, gritó sus nombres mientras manaban lágrimas de sus ojos a medida que las figuras desaparecían. Él cayó de rodillas. En ese momento, Él recordó también quien era...su vida...el accidente... Recordó aquella mañana de invierno, cuando se dispuso a cruzar la calle, apenas miró el semáforo al asegurarse de que el hombrecillo verde seguía encendido y cruzó. Apenas vio el camión que, saltándose el semáforo en rojo le pasó por encima. Apenas sintió el frío acero del camión antes de aplastarle las costillas contra el asfalto. En ese momento, notó como el corazón se paraba lentamente. En su espacio, donde solo estaba Él y sus pensamientos, Él dejó de pensar...y de existir y su mundo se acabó.
Él...Ramón Giles, en coma crítica durante 2 meses por un accidente sufrió un paro cardíaco...y murió.

jueves, 21 de enero de 2010

Tu


Estas ganas locas de besarte, abrazarte, tenerte muy cerca mio crecen cada vez mas en mi interior. Desisto al intentar descubrir por qué eres tan diferente a todo lo que conocía...por que un beso de tus labios sabe como el infinito concentrado, atrapado en un instante. Ya no sé como vivir sin desearte...y ya no podre alejarme sin que me duela. Quisiera atar los momentos mas dulces de mi vida a tu persona. Mi cabeza se llena de pensamientos sobre ti. Odio cerrar los ojos, por si te pierdo para siempre. No quiero ya soñar, porque ningún sueño podría ser mas bonito que tu. Antes de que vinieras junto a mi, mis días eran largos y ahora...quiero vivir cada segundo contigo.
Esto escribí esta mañana pensando en ti, mi hermosa princesa...
Pero ahora lo que siento es tristeza...solamente tristeza. Lo inevitable es inevitable, pero hay veces que cuesta sonreír...quizás mañana se solucione todo...quizás empeore...
Solo deseo seguir entregándote mi amor fundiendome en uno de esos besos tuyos, y si no es mucho pedir, seguir haciendolo por siempre
Te quiero (F)

miércoles, 20 de enero de 2010

El ruiseñor y la rosa


Cuentan que una vez, hace mucho tiempo, todas las rosas eran blancas.
Una noche, bajo una luna menguante, un ruiseñor se posó junto a una de esas rosas, una rosa blanca de tallo muy largo, y nada mas verla se enamoró perdidamente de la flor. Hasta entonces, nadie había oído nunca el canto de un ruiseñor. Pasaban toda su vida en silencio, de principio a fin; pero el amor de aquel ruiseñor por aquella exquisita rosa blanca era tan intento que una canción de increíble belleza brotó de su garganta. El ave desplegó las alas, rodeó a la rosa en un abrazo apasionado, la apretó contra su pecho, pero con tan desbocada pasión que las espinas se le clavaron en el corazón y murió rodeando a la flor con las alas. la sangre del ruiseñor manchó los pétalos blancos de la rosa. Por eso, desde entonces, algunas rosas son rojas cuando florecen.

Dar cuerda a la soledad


Inmóvil en la casa. Simplemente acurrucado en un rincón de la habitación, dejando al descubierto su morro negro y sus ojos oscuros entre sus patas puntiagudas. Tan solo a veces se levantaba, como movido por hilos invisibles y arañaba desganadamente la pared, justo al lado de la puerta, pero todo eso era tan solo a veces y solo cuando yo no miraba. Cuando le sorprendí haciéndolo, me miró con sus ojos negros, faltos de toda emoción, tan solo dos puntos negros, y aullaba, o al menos lo intentaba, porque de su hocico solo emanaban estridentes sonidos. Al ver que no sabia proferir el aullido, bajaba sus orejas puntiagudas, diría yo que con desilusión, pero sus ojos, ahora desviados hacia el rincón donde solía reposar no daban muestras de tristeza. Diría que su pelaje se hacía aún mas negro de lo común, o tal vez la habitación se esté oscureciendo. En una ocasión le oí acercarse a mi y al girarme, me miró directamente a los ojos. Ya no veía sus ojos negros, pues o habían desaparecido o no se distinguían entre el pelaje de la criatura. Pero él, en cambio, pareció ver algo en los mios, porque no volvió mas al rincón...se quedó junto a mi...para siempre...

Behold! The dream


Despierto...veo solo los oscuros pliegues del interior de mi cama. Aparto la manta para que sobresalgan mis ojos sobre ella. No hay luz aqui... Alargo la mano hacia el movil, las cinco de la mañana. Cierro los ojos, intento recordar lo que habia soñado, que vino a mi memoria como si su aroma a flores y brisa marina aún rondara la habitación. Y aún la recordaba a ella, que apareció de repente, salida de algun lugar lejano, como la idéntica aparición perfumada del sueño anterior. Su pelirojo pelo le caía en mechones sobre los hombros y los pechos, repletos de graciosas pecas, en su cuerpo desnudo, haciendo aun mas llamativos sus ojos verdes, que como esmeraldas, brillaban en la noche encendiendo las estrellas, cautivando mis sentidos. Figura perfecta, tanta belleza me hacía dudar de su existencia. Un parpadeo de sus ojos bastó para hacerme comprender que nada importaba ya. Tuve miedo de que se evaporara en el viento, de que se diluyera en la oscuridad, rompiéndose en pedazos en el infinito. Quería quedarme, quedarme para siempre con aquella criatura...lo tenía decidido...lo único que quería...lo único que necesitaba...
Despierto entre sabanas revueltas. Alargo la mano hacia el movil, las seis de la mañana. Cierro los ojos...intento recordar lo que había soñado... No lo recordaba.